No he contado los días que no la llamo, pero sé que ya pasó más de una semana y no sé de ella. Ella tampoco me llama. No la extraño y no sé, si ella lo hace. Tan ocupado, como para hacerle una llamadita, no he estado. ¿Y ella? No creo que ocupada esté.
Hoy escribo de ella, no por que la nostalgia me embarró. Tampoco porque esté extrañándola, y menos porque ella me llamó y se rompió el hielo. No estamos peleados. Distanciados o resentidos uno con el otro, menos. En realidad, no sé por qué no sabemos uno del otro tanto tiempo. Una semana sin saber del otro, en una relación como la nuestra es raro. No sé, ustedes.
Hoy en la mañana, mientras desayunaba, leía el último número (del sábado que pasó) de la revista Somos y la ví. La divisé entre una multitud divertida, ella también lo estaba. Se le notaba. A su lado estaba César, el ¿ex? enamorado, inseparable como un perrito faldero. También pude descubrir entre los fiesteros a dos de sus primas y una que otra amiga. Fue entonces ahí, que me acordé de ella, y del tiempo que no la llamo... y la llamé.
- Hola Moniquita ¿Cómo estás? -le dije cariñoso.
- ¿Alberto? Hasta que por fin te acordaste de mi -me respondió una voz serena.
- Disculpame, preciosa. Tú sabes que estoy ocupado con esto del trabajo y...
- No te preocupes, Alberto. Tú también sabes que yo trabajo y, además, nuestra relación es abierta y libre... sin trabas ¿No? -dijo irónoca.
- ¡Claro! reina tienes razón -le repliqué sincero.
- Y bien... dime.
- No... lo que pasa en que te estoy viendo en una foto que salió publicada en Somos...
- ¿En Somos, cuál, ah?
- ¿No la has visto, todavía?
- No, para nada... ¿Y qué hago yo ahí? -me dijo intrigada.
- Nada, sales en un publirreportaje de la fiesta Cyzone, entre la multitud, por cierto muy guapa.
- ¿Así? No sabía que iban a pasar esa fiesta en la revista. Que loco ¿no?
- Sí, pues... Pero cualquiera invita, ¿no?
- ¿Y... ibas a poder ir?
- Tal vez.
- No, Alberto. No ibas a poder. Siempre tienes algún pretexto. Por eso no me hice problemas ...
- Y fuiste con César -le critiqué.
- Ay, Alberto, No fastidies con eso ¡ya!. Tú sabes que él siempre me sigue... y además mis primas lo invitan y... tú sabes que yo no tengo por qué darte explicaciones. Tú tienes tu mujer y yo no te digo ni mierda, ¿ok?... Así que tú menos tendrías que decirme algo.
- ¿Acabaste?
- ¡Sí!
- ¿Por qué te exaltas? Tranquilízate, mujer. Yo no te he reprochado nada. Sólo te comentaba lo que veía en la foto. Mira, para que veas que no pasa nada, hoy salimos al cine, comemos algo por ahí... ¿Te parece? -digo sereno.
- Está bien -concluye confundida, me despido con un beso y cuelgo.
Mónica, tiene razón. Entre los dos no debe haber reproches. Conocemos las reglas del juego. Las aceptamos. Esas son las ventajas y, a veces, las desventajas de una relación en donde la base es el sexo, el simple deseo por alguien que te gusta y no amas; y en donde el libre albedrío podría transformarse en libertinaje. Hasta ahí, nada de qué preocuparme. Pero, me trae mala espina esa espontánea irritación. Esa culpabilidad gratuita que me expresó Mónica, en la mañana. No será nada que me moleste -¿o sí?-, pero lo averiguaré. Eso sí, lo sé.
Hace 4 años
5 comentarios:
mmmm
suave que de mucho pensar..
me ha pasado. son los preambulos a la despedida, a veces sin decir adios, solo el silencio y la lejania...por mas sexo de por medio, te queda un cierto vacio cuando se acaba...a veces eres clavo, a veces martillo. lo que hay que hacer, es conseguir un reemplazo, y rapido, rapido...
luis
hola Alberto.. si, te kedaras solo, solo para kaerle a tu pekosa... es triste... pero es asi...
bueno, por ahi pasamos todos... o los ke lo permitimos... te kiero Alberto...
la gorda
Creo que Moniquita se esta poniendo engreida para no tener ninguna relacion fuera del sexo.
Mandala a volar,que a largo plazo te puede traer problemas. Sexo puedes conseguir en cualquier lado.
¿Sabes? Los tipos como César me dan nauseas.
Lo que sientes es normal. No es amor, pero es tu KAS, y también sentimos "alguito" por el KAS y cuando lo vemos amenazado... pues, hay ganas de sacar las garras... ¿verdad?
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