Mientras dormías, mentía.


Los hombres fingimos amor para obtener placer y
las mujeres fingen placer para obtener amor.



Me desperté alarmado por la presencia de aquel cuerpo desconocido y desnudo en mi cama, pero "mi cama" en la casa de mis padres. Me tomó algunos segundos recordar que los había enviado de viaje de vacaciones al Cuzco, y que me encontraba solo en casa. Bueno, tan solo no estaba, me acompañaba la borracha que yacía despreocupada en mi habitación; luego comprobé que Pedrito dormía alcoholizado sobre los muebles de la sala y que lo acompañaba la morena escandalosa de la noche anterior. Su nombre es Amarilis y cuando llegó se le notaba que ya había estado bebiendo. Llegó sola con un jean azul ajustadísimo, botas rojas de cuero y una blusa, también roja, que daba frío observarla. Se reía de todo y lo hacía con un entusiasmo exagerado que ante el torbellino de las carcajadas, la blusa se le desacomodaba y nos regalaba un pezón. Ahora, mientras retozaba sobre Pedrito, una de sus tetas me apuntaba acusadora. Fue Amarilis que en una llamada improvisada llamó a Sonia, prima de ella, para que sea mi "acompañante", ya que, su amiga la que inicialmente iba a acompañarme la plantó.


Pedrito fue el motivador para organizar la fiesta. Invitó sólo a los hombres de la oficina y algunos compañeros de la universidad, descartó a todas las mujeres. La única condición que impuso para que alguna chica asistiera es que: esta sea una borracha consuetudinaria; que sea "material disponible" para cualquiera de los asistentes; que no sea inteligente, pues podría arruinar la fiesta con alguna estúpida convicción intelectual; y que no sea gorda, ni rellenita, todas deben ser flacas, hasta se aceptan anoréxicas ¡nada de gorditas! pues, el huevón de Albertito quiere recobrar la cordura y saber nada de gorditas que le recuerden a la pecosa de Gabriela.


Sonia es flaca. Flaquísima. Su cuerpo es casi infantil. Sino fuera por la mata de vello púbico, cualquiera la confundiría con una púber. Pero esta confusión se podría dar sólo en su desnudez y la ausencia de maquillaje que le ha quitado unos cinco años más de lo que aparentaba. Sonia tiene veintiuno y cuando llego parecía de veinticinco y ahora que descansa desnuda sobre mi cama parece de diecisiete. A Sonia le gusta dar grititos secuenciales durante el sexo, a medida que la fogosidad se intensifica los decibeles de los grititos aumentan. Eso no eleva mi ego, pero sí me causa mucha curiosidad.


Son las once de la mañana del domingo y Sonia todavía duerme. La observo, desde el sillón marrón de mi habitación, bastante fascinado ante el espectáculo de ronquidos y babeos que proyecta. Bebo un poco de Gatorade y noto que mi celular está vibrando, dudo en contestar pues el detector de llamadas indica: llamando Gabriela... Me decido a contestarle mientras me acomodo mejor en el mueble y advierto que Sonia ha dejado de roncar.


- ¡Hola Alberto!- me saludó con voz animosa.
- Hola Gabrielita.
- ¿Qué haces?
- Pensar en tí- le mentí.
- ¿Así?... ¡mentiroso!
- De verdad Gabrielita. Todo el día pienso en tí, y sino me crees pregúntale a "Albertito".
- ¡Grosero! Ya ves, tú nunca puedes hablar en serio, siempre sales con alguna payasada- me rezongó.
- Pero es la verdad, él (Albertito) mejor que nadie para saber que sólo pienso en tí- continué adulandola.
- Ya, está bien. Y dime, qué hiciste anoche que te desapareciste. El tarado de Pedrito también está perdido, me estaba contando Paty.
- Pedrito está durmiendo acá. Ayer nos bebimos unos tragos y se le hizo tarde y se quedó. Dile a Paty que no se preocupe.
- ¿Los dos solos han estado tomando?
- Sí- le volví a mentir.
- ¡Ay que lindos los amiguitos!
- Así soy por tí, pues, Gabrielita.
- Ya Alberto no me florees mucho. Y dime, ¿todavía salimos al cine por la tarde?
- Sólo si te pones esa blusita blanca que me gusta.
- Hace mucho frío para usar eso.
- Cruzaré los dedos para que salga el sol. Bye- colgué y mientras me preparaba para ducharme encendí el equipo de música y puse Led Zeppelin con la intención de que Sonia se despertara. Logré levantarla y nos bañamos juntos. Tuvimos sexo una vez más. Ella me ofreció sus acostumbrados grititos mientras le susurraba al oído que era la chica más linda que había pasado por mi cuarto.

Hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana...


Siempre he intentado ser fiel. Cuando niño me imaginaba con una única mujer a la cual amaba hasta que la muerte nos separe. En la adolescencia tal idea me parecía propia de mi edad infantil y lo que buscaba era tener la mayor cantidad de chicas al mismo tiempo para poder enrostrarles a mis amigos “mis conquistas”; pero en el fondo mis latidos y erecciones espontáneas eran por la enamoradita de turno. Ahora, de adulto siento que una sola no es suficiente y dos son muchas. Como resultado: siempre he decepcionado a todas las mujeres que me quisieron y, también, a las que no.

Una de las primeras que decepcioné fue a Chio. Teníamos dieciocho años y, según ella, se enamoró de mí porque la hacía reír. Y lo que me enamoró de ella fue su cuerpo: ojos grandes, piernas largas y tetas morbosas. Y sí que me enamoré de Chio. Nos sentábamos juntos en todas las clases que llevábamos en la universidad; almorzábamos juntos en la cafetería y luego regresábamos a clases más pegados aun; cuando salíamos temprano nos íbamos al cine y, la mayor de las veces, acabábamos retozando en algún hotel cercano a la facultad de periodismo -donde estudiábamos- hasta rozar la hora de permiso que ella tenía de llegar a casa. Éramos inseparables y fue con Chio que adquirí la adicción por lo senos generosos. Habían veces en que me pasaba horas besándolos y acariciándolos sin hastío, hasta que ella me advertía con un “me arden, Alberto. Ya para”.

No recuerdo las circunstancias con las que terminé en posesión de su bolso. Sólo recuerdo que ella llamó a mi casa preocupada pensando que lo había extraviado y me rogaba no revisarlo, pues, en él se encontraba mi regalo de aniversario por nuestro primer año, que sería dentro de dos semanas. Juré no hacerlo. Mentí.

Estaba preocupado, porque en dos semanas tendría que juntar el suficiente dinero para superar aquel regalo: era un reloj “Guess” deportivo con correa de cuero marrón que estaba enfundada en una hermosa caja metálica con el sello de la marca. Me lo probé y me quedaba perfecto. Luego, seguí revisando y encontré los clásicos utensilios que lleva una mujer en un bolso; también encontré una billetera con dinero, documentos y fotos que me llamaron la atención: fotos tamaño carnet de papá y mamá; algunas fotos recientes de ella que una robé para mí. Pero dentro de todo ese revoltijo encontré un antiguo pase de biblioteca escolar; en él, sonreía una quinceañera regordeta con enormes cachetes que achinaban sus ojos. Era Chio, que estaba irreconocible. ¡Que gorda! dije decepcionado. Aquella imagen arrancó de un tirón la idealización ciega que tenía de Chio. Ya no era más la flaquita angelical con enormes tetas. Era la gorda del pase de biblioteca. Esa noche del descubrimiento, no pude dormir. Sólo pensaba en lo gorda que había sido -y podía volver a ser- Chio. Esa noche, inconscientemente, le dije adiós a mi primer amor.

Durante los días siguientes las cosas cambiaron con Chio: inventaba excusas para irme con los amigos abandonados y el dinero que debía juntar para el regalo de aniversario me lo gasté en cervezas y en dos noches de hotel con distintas chicas fáciles que no recuerdo ni sus rostros.

Aún recuerdo excusándome ante la baratija que le regalé el día de nuestro aniversario, y ella recibiéndolo feliz. Cinco días después ella terminaba conmigo ante la confesión de mi infidelidad con aquellas chicas que no recuerdo su rostro. Cada lágrima que derramó aquel día todavía me cuesta secar en las noches que la recuerdo, o cuando me topo entre mis cosas con el reloj que aún conservo junto a la fotografía que robé aquel día. Los tiempos cambian y te cambian; y el amor más barato es el que se paga.

DF - LIMA (una chavita chinita y un huevón)

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
HOLA!

Alberto F dice:
Hola chinita

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
me acordé de tí

Alberto F dice:

así????

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
nah, no es verdad

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
ja, ja, ja eras mi héroe amigo

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
y ahora te has convertido en un escritor chafa más jajaja

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
con tono de drama y ofensa eh

Alberto F dice:
oye, chinita rica ¿ya ves? ... ya me estás maltratando

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
nah, no es verdad sabes que eres mi huevón favorito

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
aunque debo reconocer que ultimamente te has puesto más nena que antes


Alberto F dice:
es la paja Verito, la paja

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
pero, aun así te quiero

Alberto F dice:
tú sabes que yo también te quiero chinita rica...

Alberto F dice:
te quiero tirar

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
jajaja, en los tiempos de necesidad y no necesidad tú estás caliente

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
siempre, no inventes

Alberto F dice:
no entiendo el: "no inventes" que utilizan los mexicanos entre las frases

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
vale piojoso

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Te diré que estuve volviéndome loca con este maldito encierro forzado, no ha sido para nada divertido, y no inventes eso de que tooodas las cantinas, bares y lugares que siempre visito estén cerrados verdaderamente me jode


**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
no he tomado nada de alcohol en dos semanas, me siento fatal ja ja ja el alcohol sin compañía no sabe igual


**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
además no puedo besarme con desconocidos en los bares, qué cree ese estúpido virus, qué haré de mi vida, me arrebata las cosas que me dan sentido, ¡no puede ser! ya me aprendí todas las temporadas de Dr House de memoria y vi tooodas mis películas favoritas.

Alberto F dice:
bueno, chinita, creo que te enviaré una foto mía en cueros para que en esta temporada de abstinencia al menos tengas algo ¿no?


**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
que afán el tuyo de estar regalando fotitos desnudo, no puede ser golfote!

Alberto F dice:
Una vecina, tuya, del DF, me enseñó (NTQVCA)

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Ah, yo no soy mañosa, jajaja

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
yo ni me atrevo a decirte que esos labios de tu perfil se me antojan y no precisamente para besarlos, como crees...

Alberto F dice:
ahí están para lo que tú quieras Verito, y si se te antoja todo mi cuerpo calatito


**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
no, no, no, si yo soy una niñita inocente ja ja ja

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Además ya sabes que las amistades y el sexo no se mezclan, esa es la primera regla amigo, por eso es que te metes en tantos problemas amigo

Alberto F dice:
no jodas china, si vivieras en Lima y no en DF, hace rato hubieses pasado por caja

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
no te preocupes "amantenoejemplar", tampoco soy tan buena,y ni estoy tan buena, asi que...

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Sabes estoy pensando en escribir un blog

Alberto F dice:
ja, y cómo le pondrías

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
"De guarra a princesa, sin morir en el intento"

Alberto F dice:
y eso?

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
me mandaron al demonio por una princesa


**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
y esta vez sí dolió, y mucho

Alberto F dice:
te sobo tu pechito?

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
no mames

Alberto F dice:
tú quieres mamar?

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
no seas pendejo

Alberto F dice:
no te enojes

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
sí, estoy neneando y feo, pero lo hago contigo porque eres la única persona en el mundo (bien, bien fue exagerado) por lo menos en America latina, que solo lee lo que escribo y no juzga o por lo menos no me lo dice y eso se agradece.

Alberto F dice:
ya, ya chinita rica no te me pongas melancólica. Tú sabes que te quiero...

Alberto F dice:
y deseo

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Ja ja ja, pues como quieras, aunque tú sabrás cuanto dañar tu reputación

Alberto F dice:
mi reputación es una mierda desde hace mucho

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
bueno, amigo me voy al centro a "Los jarritos", es una cantina poco distinguida

Alberto F dice:
vaya, y dele un poco de distinción

Alberto F dice:
exhibe esos pechos

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Vale cuidate amigo, te quiero piojoso ja ja

Alberto F dice:
yo también chinita rica

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
Escucha esta, pa cuando quieras dedicar otra, ardido!

**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:
(ja ja sabes un amigo muy querido siempre me decia por qué dedicar "ojala que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan..." ja ja si puedes dedicar ojala que te mueras de una vez)http://www.youtube.com/watch?v=ri9tm1dnJ48

Alberto F dice:
ok la escucho ahora

Alberto F dice:
besos, bye


Alberto F dice:




**VERONICA** "perdona mi franqueza" dice:

Viaje en Bus


El ómnibus estaba vacío, así que decidí abordarlo. Mientras me acomodaba en uno de los asientos individuales, la muchacha que se encontraba delante de mí lo desocupaba. Al levantarse pude observar que el polito blanco que usaba lo tenía alzado; que llevaba un coqueto calzoncito celeste y que sus bordes ondulantes semejaban oleajes con invitación a zambullirte en ellos. También noté esos simpáticos hoyuelos con los que la naturaleza adorna a algunos culos. “¡Baja en Las Flores!” gritó mientras se acomodaba el polito y volteaba para verificar cuantos “maniáticos sexuales” (dixit las chicas) le miraban el culo. Yo suspiraba frustrado ante la finalización del espectáculo sin dejar de mirarle el poto. La observé bajar satisfecha, casi flotante. Ya, afuera, en la calle causaba los mismos estragos en los afortunados transeúntes que la miraban con descaro y lascivia. El bus continuó su ruta y yo pensaba en sentarme en el asiento que acababa de abandonar la chica; y no por la comodidad de estar más cerca de la salida del bus, sino porque sabía que aún conservaría el calorcito corporal que su hermoso culo acaba de levantar y eso, tal vez, aplacaría cierta arrechura frustrante. Miro a los lados y me encuentro con varios rostros que piensan igual, me desanimo y conservo mi lugar. El colectivo se detiene y hace subir a una señora de cabello rojo con dificultades de peso. La señora de cabello rojo se acomoda en un asiento doble que está muy cerca de la puerta de bajada y que son reservados para personas con alguna convalecencia, ancianos y embarazadas. La señora de cabello rojo intenta acomodarse mejor, pero la joven que ocupa el lado de la ventanilla, del asiento que ocupa, y su sobrepeso se lo impiden. Entonces intenta acomodarse en otro asiento y da una rápida mirada a los desocupados. Me doy cuenta que el que se encuentra delante de mí y que antes ocupó la muchacha de hermoso culo, le gusta. Se levanta e intenta llegar, sosteniéndose de los asientos, hasta el asiento de la muchacha de hermoso culo. El bus frena y la señora de cabello rojo se inclina hacia atrás y luego, sin frenos, se va hacia delante. Con ojos desorbitados la veo venirse encima de mí. En ráfagas de segundos cavilo en un plan para librarme de la aplastada que sufriré. Pienso, también, en que por qué me sucede esto a mí; si yo ya he hecho las paces con todas las gordas. Hasta de una me he enamorado. ¿Qué pasa? ¿Por qué envían a este cachalote a que me aplaste? ¡Respeten el contrato, carajo! Me levanté y como quien detiene a un contrincante en el fútbol americano pongo todo mi peso y fuerza en mis hombros; la señora de cabello rojo y más de cien kilos, cae amortiguada por el choque justo en el asiento que la muchacha de hermoso culo abandonó hace unas cuadras atrás. Noto que su cartera está en el piso; de inmediato la recojo se la entrego con preocupación y le pregunto si está bien; “¡Ay! Gracias joven si no fuera por usted me caía quién sabe dónde” me dijo sobándose una teta adolorida por el impacto. Regresé a mi lugar pensando en que estas cosas no sucederían: si el hijo de puta del pintor no se demorara tanto en pintar mi auto; o si no fuese tan “ahorrativo” y abordase un taxi. La gorda de cabello rojo estornuda. Lo que faltaba.