Homo Sapiens Confundido

- ¿Estás bien?
- No lo sé.
- Estás sangrando, creo. Te hicieron alguna herida.
- La verdad, no lo sé. Pero parece que sí, ¿No?


Mientras dirigía estas palabras, me sentía aturdido por el descenso de la ira. Había olvidado cómo llegué a ese taxi. Me sentía como un asesino que huía de la escena del crimen con su cómplice. Pensaba si, no se me habría pasado la mano con los golpes y habría matado al cobrador. No creo, los policias se hubiesen dado cuenta y estaría detenido. Gabriela -así se llama la gordita-, estaba en silencio; luego de hablar y preguntar, sin detenerse, desde mi nombre hasta mi tipo de sangre. Fue un silencio que ayudó a que volviera en sí, luego de una enorme borrachera. Mientras recuperaba la cordura me distraía observando la fisionomía de Gabriela. Su rostro rosáceo era la de una persona delgada, sus manos y brazos también. Su barriga no era tan prominente, era un "becerrito", es decir, proyecto de vaca. En realidad, lo que hacía que uno se llevara una errada primera impresión, eran sus senos: estos eran grandes pero, también, voluptuosos, detalle que no iba en armonía con su estatura que era, mas bien, regular. Sus pechos, también, estaban adornados por unas graciosas pequitas que parecía que siempre saltaban con cada metro que avanzabamos. Estaba tan entretenido en ese espectáculo que no advertí que Gabriela me observaba, para mi asombro, divertida. Volteo avergonzado y noto que ese no era el camino a mi casa y menos a una clínica.

- ¿En dónde estamos?
- ¡Ah! Sorry... como no sabía tu dirección le di la mia al taxista... es que, estaba súper confundida con todo lo que pasó que, cuando el policía me dio la opción para sacarte de ahí, no lom pensé dos veces y...bueno, pues. Tú estabas medio raro y no hablabas; así que le di la dirección de mi depa al señor. Pero, no te preocupes si quieres te puedes lavar ahí y luego te vas a tu casa.
- Está bien, no hay problema
-dije escéptico.

Lo que me preocupaba era lo que podrían pensar sus padres cuando llegara a casa con un hombre ensangrentado, y qué explicaciones daría. Bueno, esta vez, sería el héroe y los viejos en agradecimiento me invitarían una opípara y deliciosa cena, para luego agradecer y despedirme volando por la ventana, como todo un superhéroe. Pero no había nadie en casa. El departamento era basatante chico y desordenado como para que viviera una familia. Gabriela se disculpó por el desorden y lo atribuyó al trabajo. Quedó claro que vivía sola. Pedí prestado su baño y no hubo necesidad de decirme donde estaba, puesto que este estaba con la puerta abierta en la sala-comedor-cocina-dormitorio. Para llegar al baño esquivé unas cuantas bolsas de papitas Lays. Como era de esperar, el baño también padecía las inclemencias del desorden. Al lavarme descubrí que uno de los nudillos de la mano derecha tenía una herida, después nada. El saco, la camisa y la corbata estaban arruinados por la sangre del cobrador. El pantalón tenía unas cuantas gotas que no eran notorias. Decido sacarme todo lo manchado y pedir prestado un polo, aunque sea de mujer. Gabriela, me sorprende con un jean y polo de hombre. El jean me quedaba alto de la basta. El polo era blanco y tenía un ridículo estampado que preferí ignorar. Salgo del baño.

- Gracias, por la ropa. Apenas pueda, te la devuelvo.
- No te preocupes. Eran de mi ex enamorado que vivía conmigo y... que mejor manera de deshacerme de eso que ayudándote ¿no? Además, tú me defendiste de ese asqueroso cobrador.
- Lo hubiese hecho cualquiera
-hubo unos segundos de silencio incómodo-. Bueno, creo que tengo que irme. Chau...
- ¡Gabriela!
-me recalca con una sonrisa.
- Sí. Chau, Gabriela.
- Chau, Alberto. Y otra vez, gracias por todo.
- Tú, también ayudaste Gabriela...
- ...
- Bueno, chau.


Al acercarme a darle un beso en la mejilla, como despedida, discretamente eché una última ojeada a las pequitas saltarinas, que fueron sazonadas con un perfume que aun no logro descifrar. Mientras regresaba a casa e intentaba encontrar una excusa que sea mejor a la verdad, me interrumpían brillantes y saltarinas las pequitas que adornaban y adoraban las tetas de Gabriela. Una y otra vez. Confundiéndome.

Homo Sapiens

- ¡avance a su derecha señor! -vociferó el cobrador, a lo cual hice caso omiso- Oiga señor, acaso no escucha "péguese" a su derecha.
- Y tú qué me crees ¿Sardina? Cómo me voy a mover a mi derecha si no hay un centímetro de espacio para moverse o no ves que estamos todos apretujados-repliqué con energía.
- Bájese señor, si no quiere colaborar.
- A ver, bájame tú si puedes, pues.


El cobrador se hizo como que no escuchó. El colectivo estaba repleto. Yo estaba al lado de la única puerta -que se utiliza para subir y bajar- de la Couster. El auquénido me había puesto de mal humor y estaba muy picón. Quería estrangular al adefesiero cobrador. Él, también me miraba de reojo con aire de revancha. Traté de relajarme y respirar profundo, "serénate, serénate" me repetía para calmar al Homo sapiens interno que había despertado. Ya estaba calmándome cuando hace su aparición mi estigma: La gordita subió con una sonrisa que causó envidia a mi mal humor, para luego tomar posición en la única salida y, a la vez, entrada. "Avance al fondo señorita que hay espacio" empezó a decir el cobrador y, en realidad, no había lugar. El colectivo estaba a punto de explotar. La gordita observaba incrédula, a todos lados, sin saber qué hacer. El cobrador seguía agobiando a la indefensa vaquita. Yo sentía que la gente me miraba para que saliera al rescate de la simpática ballena y la regresara al mar, donde podría mostrar su reluciente sonrisa. ¿Odio a las gordas? No. ¿Amo a las gordas? Menos. Pero a quien sí detestaba en ese instante era, al guanaco que cobraba.

- Oye, atorrante deja de estar molestando a la señorita, no ves que no hay espacio para ni para moverse -dije sin gritar, lo que contribuyó a que algunos pasajeros también protestaran.
- Ahora, si bájate comparito. Desde que has subido estás haciendo problemas, ya me cansaste, cuñao -bramó con ira.
- No te conviene que baje badulaque, porque si lo hago te voy a llenar la cara de patadas
- ¿A ver? -dijo el cobrador bajándose del colectivo.

La ira me cegó. Muy rara vez me ha sucedido. Recuerdo bajar furibundamente ante el reto. Aplicar un certero puñetazo en el rostro vernacular del cobrador. Verlo a este trastabillar y caer. Apuntar un puntapié en el estómago del cobrador caído. Abalanzarme sobre este y repetir sin cansancio inmisericordes puñetazos en su rostro. Escuchar los gritos de clemencia de algunas mujeres. Los intentos de algunos por sacarme de encima del cobrador. Observar cansado y sin fuerzas cómo el chofer del colectivo se me acercaba arrebatado y con intenciones de patearme. Ver con alivio cómo la gordita detenía de un empujón al iracundo chofer. Cómo la policia interrumpía la golpiza del homo sapiens. La protesta de los pasajeros ante mi detención. Las preguntas de los policias y las explicaciones de algunos pasajeros; sobre todo de la gordita. Yo... mudo. Observo que el traje que llevo está lleno de sangre. Me desanudo la corbata. Un policía cree que estoy herido, y ordena a un familiar que me lleve a una clínica. La gordita se hace pasar por familiar. Para un taxi y escapamos del escándalo.

La Oficina De Archivos

Aun sigo vivo, literalmente hablando. Pero ¿Por cuánto tiempo más? Esta semana santa pareció una semana diabólica. Algo estaré pagando dirán algunas... ¿gordas? En fin, ya estamos de acuerdo en que todo lo malo que me pasa me lo merezco. Y muchas de ustedes son efervecentes hinchas de mi desgracia; Me tomé el ¿placer? de explorar la blogósfera peruana e internacional, para preguntarme qué había detrás de este apasionante medio que ya ha logrado retrasarme en un ensayo que estoy realizando. Por supuesto me encontré con varias sorpresas: Un supuesto blog de Hildebrant, por favor ustedes creen que "el chato" puede escribir tan mal informado. En cambio, la chata Jennifer Llanos si tiene un blog pero en el que publica muy rara vez. Muchos blogs eróticos, ya tengo algunos favoritos. Bastante música, siempre dije que por lo que escuchas sabré cómo eres. Muchos me decepcionaron, otros me sorprendieron y algunos me impactaron. Pero lo que yo estaba buscando era ver el lado superficial de los autores, es decir, su fisionomía. Y me encontré con graves sorpresas. Muchos de estos y estas deberían estar adornando la portada de este adefesiero blog. Hay para todos los gustos, eso sí. Por algo las estadísticas nos dicen que en el Perú se hace un blog nuevo cada ocho horas. Estaba en esa, tratando de alejarme de la laptop e ir a calmar la vejiga, cuando el celular empieza a vibrar. En la pantalla del celular se leía "llamando Oficina de Archivos"

- ¿Qué sucede? -respondo sin saludar.
- ¿Puedes hablar, Alberto? -me dijo susurrando.
- Sí, Mónica. Y quien debería susurrar sería yo, y no tú. ¿No crees? -digo malhumorado.
- Ya solucioné el problema con mis padres, Alberto.
- ¿Ah, sí? A ver cuéntame cómo fue la cosa.
- Bueno, "señorito" salió como usted pidió -dijo con ironía.
- Me parece bien my lady bitch
- Ah, pitoniso el señorito.
- ¿Por qué? -pregunté bastante intrigado.
- Pues, porque ahora mis viejos creen que soy una perra. Y una perra que se avienta al primer tarado que pasa por su cocina... No te rías... les tuve que decir que estaba un poco borracha, y que tú siempre me gustabas y... que te besé desprevenido... pero que tú sólo eres un amigo y que sólo lo hacía para...
- ¿Para qué? ¡Dime!
- ...Que te utilicé para sacarle celos a César.
- Jajaja.
- Sí, y ahora aparte de perra creen que estoy loca. Y en beneficio de mi salud mental han invitado a César a cenar el miércoles.
- jajaja.
...
- ¿Con quién te ries, Alberto? -me interrogó Diana.
- Un segundo -le digo a la Oficina de Archivos-. Es del trabajo Diana. Me despido y en un momento estoy contigo.
- Ok -me respondió sin moverse de su lugar.
- ¿Aló, García? Mañana conversamos en la oficina, ¿ok? -dije lo más sereno.
- ¡ja! ¡ja! y ¡ja! Jódase señorito.

Semana Nada Santa

Odio los feriados. Y más si son largos como este de Semana Santa. ¡Cuatro días sin hacer nada! No me gustan los viajes al interior. Detesto dejar Lima; aquí tengo todo lo que necesito. Tati, mi suegra, está de visita en la casa. Eso impide mi habitual desnudez casera, lo cual me restringe a unos largos pantaloncillos de color beige y bividí negro. Tati me llama la atención que hasta los feriados trabajo; me ve pegado a mi laptop, cuando en realidad: reviso mi correo, escribo en este blog, veo un poco de pornografía y leo varios diarios del mundo. Pero en realidad las web sicalípticas son mis engreídas.

No me gusta comer pescado: por las espinas. Ayer lo hice. Hoy no lo pienso seguir comiendo. Tati, dice que preparará una causa al horno "super especial", yo creo que debe ser "super size". Tati cocina y come, desde su llegada he tenido que comprar varios litros de gaseosa y, también, mucho pan. Lo irónico de todo, es que, se pesa constantemente en la balanza de baño. La vieja está loca.

Pero, el que ha demostrado una actitud esquizofrénica, durante estos días, he sido yo. Me asusto con frecuencia cuando suena el teléfono o cuando llaman a la puerta. Estoy así desde la noche del cumpleaños de Mónica. Sueño con la vieja narizona de la mamá de Mónica repitiendo incansablemente ¿Y para cuando es la boda? Esa noche qué cara habré puesto, que la señora dijo inmediatamente:

- Estoy bromeando chicos. Pero Moniquita, mi amor, nunca me habías contado que tenías enamorado.
- Es que mami... lo somos hace poco.
- Ay, y tus primas tontas que invitaron al pobre Cesitar, para ver si se reconciliaban. Pobre chico cuando se entere...

- ¿Quién es César? -pregunté aprovechando la hermosa oportunidad que se me brindaba y no se desaprovecharía.
- César es el ex enamorado de Moniquita - me respondió la vieja narizona.
- ¿Y lo han invitado para que se reconcilie con Mónica? Y yo...Como un tonto sin saber nada, mientras toda la familia haciéndole la camita -madre e hija me miraban asombradas ante aquel arrebato de celos ridículos, pero yo, ya no podía detenerme.
- Pero... Alberto... ¿Qué tiene de malo? -me dijo Mónica, bastante confundida.
- Disculpe señora, pero para mi esto es muy vergonzoso y... creo que lo mejor es que me retire. Buenas noches.

Sali apresurado y despidiéndome de algunos con un movimiento de manos y haciendo señas con mi reloj que ya era muy tarde para mi y que iba apurado. Mónica salió unos segundos después detrás mio. Me dio el alcance en la puerta de salida del edificio de departamentos. Cuando indagó por mi actitud, yo le increpé que por culpa suya ahora su mamá creé que soy su enamorado y encima enfermo de celos. "Lo nuestro no tiene que saberlo nadie. Lo que tenemos es nuestro y así estamos muy bien. No lo arruines con tus tonterías." Ella también estaba muy molesta por mi ridicula actuación frente a su madre. No encontré otra forma de escaparme de esa situación comprometedora. Nos mandamos a rodar y desde ese día no sé de ella.

Diana acaba de regresar de correr sus dos kilómetros, viene acompañada de Vanessa su hermana flaca que come como camionero. Comen, beben y chismean. Yo sigo ocupado con mi laptop. Me indigno ante la riqueza ampulosa del Vaticano. Me indigno ante la ferocidad con la que comen Tati y Vanessa. Me indignan las babas que chorrean por la boca de Diana, ante el espectáculo circense de su madre y hermana. Estoy de mal humor y tengo que aparentar otra cosa. Eso también me indigna.

- Vanessita, el otro día te esperé hasta tarde y nunca llegaste y tampoco llamaste.
- Es que estuve trabajando hasta tarde hermanita. Y la vieja narizona de mi jefa no nos dejó salir hasta que terminaramos las cuentas. Imagínate que ese día era cumpleaños de su hija y ni así le importó. Pero bien hecho, al día siguiente nos contó que su hija tiene nuevo enamorado y que este es un atorrante, que se fue de la fiesta sólo porque el ex de su hija estaba invitado.
- Ayy que baboso
-apuntó mi suegra mientras masticaba un trozo de pan.

El Cumpleaños de Mónica

Ayer tuve mucho trabajo. Bueno, al menos así se lo hice creer a Diana. Había prometido a Mónica estar presente en su cumpleaños, y no podía faltar a mi palabra.

Luego del trabajo, compré flores y chocolates para obsequiarle. Nada del otro mundo. Estaba nervioso, porque iba a conocer a la familia de Mónica y no deseaba crear falsas expectativas. Llegué a las siete de la noche. Siempre puntual. Antes de tocar la puerta del departamento, llamé a Diana, para evitar así, que ella lo hiciera durante la siguiente hora.

La puerta del departamento estaba abierta, habían varios invitados y entre ellos reconocí a varios amigos de las épocas universitarias. Ella me presentó a algunos familiares y amigos; luego me guió a la cocina donde se encontraba la empleada dando algunos toques finales a la cena. Me robó un beso fugaz y charlamos un poco. Cuando entró su papá me presentó como un gran amigo. Respiraba aliviado. Esa noche no habría la presión del enamorado huevón. Pero, Mónica estaba especialmente cariñosa esa noche.

El día anterior a su cumpleaños, Mónica y yo habíamos acordado que sólo seríamos amigos esa noche. No dejar indicios de nuestro romance era nuestra condición para evitarnos preguntas incómodas y, es que también, habían algunos amigos comunes que estaban invitados que sabían que yo soy casado.

Pero, como les conté, Mónica estaba jugando con fuego esa noche. Aprovechaba el mínimo descuido para lanzarse sobre mi boca o apretujar mis nalgas. El alcohol y la excitación de lo indebido en la casa de los padres hacían efecto. Estos encuentros fugaces y escondidos eran disimulados gracias a César, el ex enamorado de Mónica, que se encontraba presente y acaparaba la atención de los familiares, que alcahueteaban una reconciliación entre él y la cumpleañera.

César, me observaba, con cara de culo, desde su privilegiada posición al lado de los familiares. Yo, evitaba esa mirada tratando de prestar atención a la ininteligible conversación que se desarrollaba entre los amigos que perdí y, a la vez, apartar un poco a la cariñosa y melosa "amiga" que era Mónica ese día.

Había pasado más de dos horas desde que había llegado y todo continuaba igual: Mónica con sus besos furtivos; el ex y su mirada implacable sobre mi; los familiares borrachos; las primas condescendientes con el ex y yo... esperando la hora de largarme de aquella bochornosa situación. Decidí llamar a Diana, desde la cocina, sin que Mónica me siguiera. Le dije, a mi esposa, que en una hora estaría en casa. Al colgar siento que alguien me aprieta y jala contra si, "Es mi cumpleaños y no quiero que llames a esa perra, ¿ok?" Luego empieza a besarme el cuello a morderme los labios...

- ¡ejem! ¡ejem!
- ¿ah? Hola mamita ¿Por qué llegas tarde del trabajo? ah, perdón, mira... te... presento a Alberto...Alberto mi mamá... mamá, Alberto.
- ¿Y para cuándo es la boda?

A esa señora se le ve el popó

- ¿Qué te pasa, Alberto?
- ... nada... ¿por qué?
- Tienes una cara.
- Es que... no, nada.
- No lo creo -Diana, obseva alrededor del parque. Se percata de que Marcelo se encuentre bien. Continua observando a todos lados. Hasta que da en el blanco -. Ya lo sabía. Estás así por la gordita que esta sentada ahí ¿no?
- No.
- Ay, Alberto. Tú ya estás trastornado. Osea, tu no puedes ver una gordita sin que te pongas así como un estúpido. Ni que fueran el diablo, Alberto. Cómo me habrías visto cuando yo estaba subidita de peso.
- Es que, no es por el simple hecho de sea gordita.
- ¿Entonces?
- Ya verás.


Mientras Marcelo jugaba con su pelota ajeno a todo padecimiento interno de su padre, Diana me observaba divertida mi expresión de ¿pánico? ¿Asco? ¿vergüenza? Tal vez un poco de todo. Yo sólo esperaba que la gorda se levante de la banqueta donde estaba descansando su enorme humanidad. Era una vaca morocha, el pelo teñido de rubio con las raíces negras. Vestía, una blusa verde, un ajustado capri blanco y sandalias. Esperaba. Ella también. Entonces la vaca llama a su becerro, que también jugaba despreocupado, y se levanta un poco el pantalón. El becerrito es inquieto y no toma la mano de su mamá. Ella continua caminando, en dirección nuestra, y deja al pequeño que revolotee detrás suyo. Yo espero, pero cuando ella pase no voltearé. Diana está atenta. Yo sudo. El becerro se cae y llora. Ella hace un movimiento rápido (en serio, desafió la gravedad) girando hacia su hijo y se agacha a recogerlo.


- ¡¡¡Ohhh, nooo!!!
- ¡¡¡Jajaja!!! -rie divertida Diana.
- Voy a vomitar.
- ¡Oh, por Dios! Alberto. Que exagerado, eres.
- ¿Exagerado? ¿Te parece que soy exagerado? ¿O es la ballena esa la exagerada? Cómo es posible que se ponga ese pantalón transparente y con toda la concha del mundo se ponga debajo hilo dental... me duele el estómago. ¡Marcelo, vamonos!
- Ayy, Alberto no mires, pues, si te da cosa.
- Es que... no puedo creer que haya salido vestida así.
- Mami
- ¿Qué hijito?
- A esa señora se le ve el popó.

Cansancio Nihilista

El insomnio me está matando. Permanezco despierto hasta las tres de la mañana y un poco más. Diana dice que las tres de la mañana es la hora del diablo. Hace unos días vió "The Exorcism of Emily Rose". Le dije que tal vez necesite un exorcista para que aleje de todas las gordas que acechan mi existencia, empezando por tu querida mamá. No se molestó, pero tampoco celebró; le hechó la culpa, de mi mal humor, a la falta de sueño.

Las desveladas se iniciaron el mismo día que me encontré con la "enorme" realidad de Rocío, mi ex enamorada (leer post anterior). Esa imagen totémica de ella se desmoronó. Lo cual causó un efecto dominó: todas las mujeres que tengo idealizadas, y son varías, están siendo reemplazadas y decoradas con enormes cantidades de acilglicéridos.

Marianita es la secretaria de mi jefe. Era hermosa. Tenía el cuerpo perfecto, la sonrisa imborrable y, sobretodo, una pequeña cintura que conjugaba con sus hipertensas caderas. Y digo todo esto en tiempo pasado, porque, ¡nadie me engaña otra vez! Sé que Marianita se transformará, en cualquier momento, en un hambriento Odontoceto.

Todo esto me hecho llegar a la conclusión de que: en cualquier momento Diana puede abandonar ejercicios y dietas, y regresar a su "estado grasoso". Pero lo que me ha estado perturbando más, es la idea de que Mónica, también pasé a formar parte de la marranada y... que de un momento a otro, me encuentre atrapado "sentimentalmente" a dos puerquitas.

En conclusión, siento -y presiento- que todas las flacas son gordas en potencia, y esto es una verdad atestiguada, por más psicótico que esté o parezca. Y todas las gordas... pues, ellas son los alienígenas -con empanada de queso en la mano derecha y Gatorade en la otra- que quieren exterminar a todas nuestras sílfides. Pero yo, soy prevenido. Y he decidido terminar con cualquiera de ellas a la primera hamburguesa que vea en sus bocas... Debe ser el cansancio que me hace pensar así. Pero tampoco ayuda, en nada, la fotito que me envió por mail un "querido amigo que lo sabe todo". No puedo dormir. Y si yo no puedo ustedes tampoco.

12 años después

Ayer me fui a dormir queriendo soñarte. Y te soñé. Y no sé por qué me fui a dormir con ansias de ti, sólo las tuve. Hace 12 años que no te veía y hace 10 que no te pensaba, que no te imaginaba, que no te extrañaba. Mi esposa notó mi cambio de semblante. Antes de dormir fumé muchos cigarrillos. Estaba angustiado. Así me fui a dormir. Del sueño recuerdo poco o casi nada, sólo puedo decir que te vi igual que siempre, olías igual que siempre. No habías cambiado nada, ni siquiera tu manera de sorprenderme cuando me encontrabas por la calle todo distraido.Tampoco cambió tu sonrisa y tu forma de acurrucarte sobre mi cuando jugaba con tu cabello. No, nada había cambiado, estábamos como antes.

Desperté sabiendo que te iba a ver. Hoy. Pero me despertó mi esposa ¿Sabías que me casé? Hace cinco años. ¿Sabías que también tengo una amante? Pero eso no importa, yo sólo necesito saber qué es de tu vida. Y sé que lograré averiguar eso, hoy mismo. Antes no lo hice, porque como te digo no te extrañaba o...¿no me importaba? Pero hoy sí me importa, por eso ya me contacté con una amiga, que tiene acceso a la Reniec y a Infocorp, que me ha enviado toda tu información y hasta donde trabajas.

Es increíble que sigas soltera, si tu eres una de las mujeres más bellas que he visto. Veo que eres abogada y trabajas en un estudio muy respetado. Gastas mucho en ropa y en zapatos. Ya no vives con tus padres. Vives sola y no tienes hijos. Estás perfecta. Los hombres te tienen miedo porque eres exitosa. Yo no, Rocío. Soy igual que tú, sólo que tengo muchos impedimentos. A menos que no los sepas.

En lugar de almorzar fui a esperarte al trabajo. Toda la mañana la pasé impaciente. Febril. No hice mucho, sólo esperar. Enciendo un Winston. Pensaba en... cual sería mi pretexto para estar por ahí. Qué te diría. Esperé unos quince minutos y unos ojos me transportaron a doce años atrás. Sí, esos son tus hermosos ojos, esa tu sonrisa y tu hermoso cabello; pero creo que nunca sabré si tenías el mismo aroma que hacía quemar mi pecho. Tal vez nunca lo sepa, porque me oculté apenas noté que solamente podía reconocer tus ojos, tu sonrisa y tu cabello. Lo demás, no. Ese enorme culo que a duras penas llevabas no era el tuyo. Donde quedó ese delicado rostro y por qué tu traje lucha por encajarte. ¿Qué te pasó? ¿Qué maldición me está persiguiendo? ¿Puedo decirte que estás gorda? Te acercas. Quiero huir, correr y no puedo. Las piernas no me responden. Estás cada vez más cerca. Ojalá no me reconozcas. Sigues de largo. Yo sigo arrinconado a la pared sin decir palabra, pero aliviado. Observo hacia ti y veo alejarte. Pero tu enorme culo sigue siendo muy grande.

ROBERTO CARLOS "Qué será de ti"

Acto de Contricción




La protagonista de este impactante anuncio es la modelo Isabelle Caro que pesa 31 kilos; esta fue la imagen de la campaña diseñada por el italiano Oliviero Toscani conocido por sus polémicas campañas para Benetton. Lo que se ha dicho y criticado sobre esta publicidad es harto conocido. Por tanto en lo que yo me ocuparé es en lo superficial del asunto, puesto que este es un blog bastante superficial.

Empecemos por admitir que ver a esta ¿modelo? es tan desagradable como ver a nuestras ballenas de las que nos ocupamos aquí. Para una mente saludable es inconcebible pensar que a nosotros nos pueda agradar un cuerpo tan esquelético, y digo esto, porque esa fue la intención primigenia de las mujeres que cayeron en la anorexia: agradar.

Dicen que a los latinos nos gusta la carne en exceso. Nos gusta, es verdad, pero bien distribuida. Y no creo, que a los europeos o asiáticos les guste un cuerpo que linde con lo anoréxico; si me equivoco, pues merecidos tienen los altos grados de anorexia.

No me gusta el cebo, la grasa. Pero tampoco me gustan los huesos. Carne es lo que pedimos, pero saludable y bien distribuida. Este blog también se podría llamar "Odio a las Anoréxicas", pero acá en Lima no veo muchas. Pero las hay, y la cosa va en aumento. Además, la anorexia es una enfermedad psiquiátrica y que debe tratarse como tal y, por tanto, no creo que sea objeto de mis estúpidos análisis.

Al contrario de la anorexia, la obesidad es una enfermedad alimenticia, los trastornos psicológicos son consecuencia de los prejuicios y la discriminación, pero esto no ocurre en la gran mayoría de casos. ¿Y... si sé todo esto por qué sigo con la cantaleta de joder a las gordas? Pues, por la sencilla razón de que éstas están en todos lados y el número crece indiscriminadamente. Sus enormes culos, sus mofletudos brazos y sus enormes cachetes nos invaden: están en la oficina, el colectivo, el cine, el supermercado y hasta en la casa.

Este blog contribuye con su mísero granito de arena, a su estilo, a la erradicación de esta enorme especie. Sé que si alguna chica -y también chico- lee este página, sabrá que allá afuera en la calle la vida será dura para una gorda y esta, tal vez, vote al tacho de basura el helado o el sandwich que pensaba tragar y que formaría parte de esos kilos de más que siempre odiamos. Por tanto, ni lo de arriba y tampoco lo de abajo. Me quedo en el purgatorio.

Culpabilidad

- ¿Hay cena?
- Claro Alberto, hay una ensalada grande que te he preparado.
- Diana, la que está a dieta eres tú, no yo.
- Pero ya es hora que empieces a hacer una dieta rigurosa y bastante ejercicio.
- ¿...?
- Tú también ya no estás tan flaquito que digamos. Tus abdominales ya desaparecieron
y lo único que se vislumbra es una barriguita fofa. ¿Quieres ponerte gordito, cariño? Porque lo único que comes es pura comida chatarra. Y carnes.Y panes. Y...
- Pero, hay cena o no.
- Sí, hay. Un gran plato de ensalada.


Cuando salí a la calle en busca de mi cena que consistiría en una deliciosa hamburguesa, no pensaba en las palabras de Diana con respecto a mi hábito alimenticio, pensaba en cómo era posible que me dejara un asqueroso plato de ensalada de cena, si ella sabe que yo detesto las verduras solas; los vegetales los digiero acompañados de un buen bistec o una jugosa milanesa con papas.

Una vez que llegué a la sanguchería, observé el espectáculo de barrigas chorreantes y suplicantes que rogaban clemencia ante ese botón que aun se mantenía abrochado al pantalón. La mayonesa chorreaba mezclada con ketchup, mostaza y salsa de aceituna por las comisuras de un chico con una papada no apropiada para sus 22 años aproximados. Cuando tomo conciencia de la situación, veo que solo dos chicas, de las 24 personas que se encuentran embutiéndose con sendas hamburguesas, son flacas; el resto de comensales tienen distintos grados de protuberancia abdominal de las cuales 3 mujeres y 1 hombre se les puede considerar gordos. Luego, observo a una de las chanchitas saborear sin pudor una coca cola y luego pedir otra sin el menor remordimiento; examino mi barriga y aun no observo nada preocupante, pero creo que si continuo así pasaré a formar parte de lo que detesto. ¡joven!

- ¡joven!
- ¿Sí?
- ¿Qué le sirvo?
- Ahh, deme una hamburguesa de chorizo con huevo, queso triple, ensalada, papitas, todas las cremas y bastante ajicito.