Navidad

Y por ahí leí ¿Cómo es la Navidad con el ejemplar que tengo en casa? Pues, la verdad tan malo no es. Les explico. Este año nos tocaba pasarla en casa de su mamá. Así que no tenía que`preocuparme mucho por abastecer mi casa de cantidades indigestas de comida, para dos cachalotes. Llevé los regalos de rigor y unas botellas de vino y Champagne.

Lo que sí me complicó la vida fue ver que regalarle a mi suegra. Mi suegro es tipo elegante y simpático que gusta del buen vino,los puros y la música así que no me hice mucho problema con él, ambos compartimos similares aficiones excepto por los puros (yo prefiero los cigarrillos Winston rojo). Mi suegro se lleva bien con Tati, mi suegra, a pesar de estar separados pasaran las navidades en el mismo techo y eso será un consuelo porque sé que tendré una charla interesante con Pedro, mi suegro. A Pedro le regalé: "Nefertiti" (Columbia 1967) un álbum de Miles Davis un poco difícil de conseguir. Con Tati ´padecí para escoger el regalo. ¿Dónde venden la hamburguesa más grande del mundo? ¿Hay suscripciones por un año al Mc Donald´s? ¿Dónde vende ropa para gordas o dónde venden la tela por kilómetros? Llamé a Diana para saber qué podía regalarle a su mamá. ¿Un perfume? Pero los perfumes vienen en frascos chiquitos y no en baldes. Recibí una puteada por gracioso, pero me la iba a desquitar con el regalo para ella, el cual se transformó en otro problema.

Regalarle a Diana era fácil; sabía su talla, sus gustos ahora no los sé.¿Diez kilos de chorizos será un buen regalo? Algo así eran las estupideces que me pasaban por la cabeza aquel caluroso día. No me hice problemas y le regalé una cartera roja de Renzo Costa, con eso la gorda estaría contenta y yo libre de culpa.

Tati nos recibió con un festín romano en la mesa y solo para siete personas. Tati, Pedro, Diana, Marcelo, Vanessa (la hermana flaca -muy pronto gorda- de Diana), Aurora una amiga de Tati y el hueveras, osea YO.

Estaba indudablemente el pavo que más parecía cóndor por lo inmenso que era; panetones; el chocolatito; pastel y puré de manzana; ensaladas; queques de naranja y coco; frutas desde uvas hasta duraznos; gelatinas y si continuo vomitan de alucinar. Era pues, un banquete del cual no me recupero aun. Sí, lo admito, no resistí la tentación. Y quién podría hacerlo.

Lo que ya no me asombró, fue la capacidad estomacal de mi suegra y mi mujer; todos sabemos cómo tragan. Una flaquita de unos 167 centímetros comió mucho más que yo y por supuesto bebió como vikingo. Sí, Vanessita una piltrafita de 23 años chupa y traga como camionero, y no engorda. Pero ya lo hará, no tengo dudas.

No hubo nada peculiar esta Navidad, tal vez la próxima. Eso sí, como era de esperarse uno de los lugares más solicitados esa noche fue el baño y en la casa de Tati, afortunadamente, hay dos uno para los invitados y el otro que está en la habitación de ella. Allí me dirigí -serían las 2am- angustiado por tamaña ingesta navideña, una vez terminado mi retrato de Fujimori salgo aliviado y me percato de un bultito singular debajo de la almohada de mi suegra, invadido por la curiosidad me percato que todos estén en la sala para curiosear al levantar la almohada me doy con la sorpresa de un chocolate gigante, un chocolate en forma de PENE, Un consolador de chocolate. Dejo la gracia en su lugar y observo durante el resto de la velada que Pedro, mi suegro se comportable muy amable con Tati y ella retribuia tales coqueteos. Definitivamente Pedro es un marinero que gusta de cazar dos veces la misma ballena.

Un Susto

Que ricas pechugas, que buenas piernas, el rabo es de campeonato y mira esas riquísimas llantitas.

Esos eran los pensamientos que me seguían la tarde de ayer, camino al restaurante donde acostumbro almorzar, cuando observaba descarada y obscenamente a una hembra un poco entrada en carnes. Una vez que reaccioné, gracias a que mi compañero de mesa y trabajo me hace notar la fijación de mis intereses, en lugar de avergonzarme por mis libidonosos deseos sentí pavor, miedo y un frío que recorrió toda mi espalda.

-Ey! Alberto, creo que te están empezando a gustar las gorditas -me dijo Loayza con cara de burla.
-Te parece, mi estimado -traté de escabullirme-. Esa chica no es gorda. Tiene sus llantitas. Algún día lo será. Eso era lo que miraba. Cómo una chica tan bonita se va a convertir en una ballena si no hace algo pronto.
-Tienes razón Fundichelli -me dijo Loayza-.Pero esos ojitos eran de hambre ¿No?
-¿Qué se van a servir señores?

La camarera me salvó de las impertinecias de mi observador amigo. Toda la tarde anduve pensativo. Cuando llegué a casa Diana me había dejado la cena en el microondas. No tenía apetito. Fui al baño a ducharme y mientras lo hacía llegaba a la conclusión que hace más de cinco meses que no tengo relaciones con mi esposa, empecé a explicarme los motivos: el trabajo llego tarde y cansado, nuestro hijo deja extenuada a Diana, las labores de la casa también y, sobre todo, el imparable aumento de peso de Diana hizo que ella se vea poco atractiva ante mis ojos. Ella está pesando unos 84 kilos para sus 1.71 metros de altura.

Salí de la ducha aliviado, con la conclusión -justificación- que la falta de sexo haya mermado un poco mis gustos. Cuando entro a mi habitación, Diana estaba profundamente dormida con el televisor encendido y el control remoto en la mano. Me quito la toalla y la tiro al piso, busco los calzoncillos y me los coloco. Me echo en la cama y me acomodo en el poco espacio que me ha dejado Diana. Levanto las sabanas y observo lo ajustado que le queda el camisón, lleva un pequeño calzón de seda color negro que contrasta(ba) con la blancura de su culo. Sus manos aun son hermosas no se han ensanchado y tampoco sus pies. Su cara si está más grande al igual que su barriga. Agarro el control remoto y cambio de canal aliviado y orgulloso por la corrida que me di en la ducha.

Estómago Vacío

Ayer, llegué cansado y hambriento a casa. Mientras me sacaba la corbata y aventaba el saco en el sillón sólo pensaba en llegar a la cocina y probar los tallarines al pesto (verdes) con un bisté montado y huevo frito que mi mujer me había prometido en la tarde, al contarle por el teléfono que no había probado bocado en todo el día por tener mucho trabajo. Levanto la tapa de la olla y no había nada. La otra, tampoco. Es obvio que se imaginarán quién es la culpable de dejarme sin comida.

-¡¡¡Dianaaaaaaaaa!!!!
-¿Qué pasa?
-¿Dónde están los tallarines que me prometiste?
-Ayy, Alberto mi mamá vino a visitarme y almorzamos en la casa. Y tú sabes que mi mami, tiene buen apetito y repitió. Ayy, y no me pude negar, Alberto, tú sabes que mi mami es mi adoración.
-Pero hubieses preparado algo sencillo para mi. Tú sabes que no he probado nada en todo el día.
-Ayyy, sorry cariño. Me quedé dormida, Marcelito me da mucho trabajo y quedé exhausta. Cómprate esas hamburguesas con papitas al hilo que tanto te gustan, pues.

Mientras caminaba rumbo a la sanguchería, no podía escapar de mente la imagen de la gorda de mierda de mi suegra tragándose mis tallarines verdes con bistecito y huevo frito; e imaginaba su horrible boca manchada de verde y relamiéndose en su obscena llenura los rastros de comida que le caían y sobraban en su obeso cuerpo. Podía verla claramente burlarse del hambriento pelotudo que esa noche iba a comer hamburguesas con papitas al hilo y no, una merienda decente. No se imaginan la bronca que puede causar estas situaciones. No se imaginan. Ayer, comprendí que, a veces, sí existe el homicidio justificado.

La gorda del traje verde

8:00 am La combi está llena. Y como ya se imaginarán mi desgracia, sube una gorda de sastre. La corbata me ajusta más y el saco me empieza a causar un bochorno insoportable. Una gotita de sudor se desliza por mi sien. Pienso:"falta que la gorda de mierda se haga paso entre la gente y se coloque a mi lado". Mi profecía se cumple. La gorda de traje verde empuja con toda la concha del mundo y lo que su grasoso cuerpo le permite a la gente que estaba en la entrada del colectivo. La gente la mira pasar con cara de culo. La gorda se para al lado del asiento que yo ocupo y me mira con cara de súplica, como rogando que me pare y le ceda el lugar. Con cualquier otra dama me hubiese parado y cedido mi lugar; con esta gorda de mierda, lo pienso. "Para que chucha subes a un colectivo lleno, con ese cuerpo de rinoceronte, No me paro...carajo", pienso. "Toma una grua o un camión, carajo y deja de refregar tu asquerosa grasa en mi hombro... que no me paro", sigo pensando con el ceño fruncido. El chofer hace una maniobra y la cerda de traje verde casi cae encima mio. La gente me mira con cara de culo, como diciéndome, poque no le das el asiento a la ballena esta que está incomodando a todo el colectivo carajo. Alguien baja y tiene que pasar por donde está la gorda, pasa pero sin aire y yo tengo un cachete en la luna y el otro en el vientre viscoso de la gorda. Vaca de mierda en que maldito momento subiste a este micro. Me tengo que comprar un carro para no seguir sufriendo estas cosas. Me levanto. La gorda del traje verde se sienta. Los pasajeros me lo agradecen con una mirada. Yo, odio cada día más a las gordas de mierda.

Mi suegra

Mi suegra también es gorda. Muy gorda. Más gorda que mi mujer, y también fea. Ha ce muchos años cuando recién salía con mi esposa, mi viejo me dijo una frase que ya conocía, pero que nunca le di la importancia que merecía: "Mira cómo es la mamá, porque así será de vieja la hija". Mi mujer no es vieja, aún, ella tiene 27 años, pero cada día se parece más al que es su madre. Así como Yayita -la novia de Condorito- algún día llegará a ser como su madre doña Tremebunda.

Mi suegra es buena gente, pero es gorda. Y las gordas tienen esas "cualidades" insoportables que hacen que las odies inconcientemente -como fue mi caso-, y que, luego pases a la etapa conciente -que es mi actual situación-, donde intentes exterminar a toda esta grasosa especie que lejos de extinguirse los atocinados van en aumento, para desgracia propia y ajena.

Tati, asi se llama mi suegra, es una mujer separada; independiente, pero gorda; su andar es lento y torpe a pesar de sus enormes pies, similares a los de Pedro Picapiedra; su risa es escandalosa y come como si le fueran a quitar la comida. Esto es un poquito de mi suegra. Hay para más... mucho más. Gordas de mierda.

Debut

Hoy desperté en el piso, al lado de mi cama. Sí, la gorda de mi mujer era la culpable. Ella, tiene la costumbre de moverse mucho en las noches y que ella se mueva en las noches, mientras yo duermo a su lado, no es nada gracioso para mi, porque desde que le creció el culo 120x120 mi vida se ha transformado en un calvario insufrible.
Todo empezó con el nacimiento de Marcelo, mi primer hijo. Ella comía de todo y dejó las dietas rigurosas de su soltería, para empezar a comer tacos en "La Carcochita", 1/2 pollo a la brasa a la medianoche: "El bebe come lo que yo como", me decía y hacía sentir culpable y por no ser más comprensivo. Vitaminas, helados, tallarines en salsa roja, blanca y verde; quesos...Comía todo lo que se le presentase. Yo la dejaba que tragara todo, total, cuando nazca el niño volverá a las dietas y a tener el cuerpo que tenía antes; que en realidad no era 90-60-90 pero bastante agradable a comparación del cachalote que es ahora, con las disculpas del cetáceo. Cuando nació Marcelo continuó con las comilonas con la excusa de que tenía que estar bien alimentada para que su leche fuera de buena calidad y así el bebe esté mejor alimentado.
Pasaron los seis meses reglamentarios en que un bebe tiene que lactar, según los propios médicos, y nada, ella continuaba tragando como vaca antes del matadero. La cosa se iba poniendo fea lentamente, lentamente...Hasta que un dia ella se me acercó con cara de pucherito y con su pastel favorito (selva negra) ofreciéndomelo y me dijo: "cariño, sabes? tengo que comprarme ropa nueva porque la que tengo no me queda, ya."
Eran las 06:37 cuando desperté hoy; y no me levanté porque a esa hora me levanto siempre, sino porque estaba muerto de frío y tirado en el piso. Cuando me incorporo para regresar a mi cama la gorda de mierda de mi mujer refunfuña en su caliente sueño: "Estas helado papi, puedes arrimarte un poquito más allá". No habia un puto centimetro más allá. No existía. Era inhumano intentar dormir en los pocos centimetros que me quedaban de cama; la maldije y me fui a dar un baño planeando una dulce venganza. No la encuentro aún, ¿será por los sentimientos encontrados de hacerle daño a la madre de mi hijo? Escrbiré para desfogar, y este pequeño espacio seré mi pequeña e insignificante venganza. Si no vuelvo a publicar es porque mi mujer me descubrió y formaré parte de sus alimentos.Gorda de mierda.