Solía Amarlas (Hace un año)

Ha pasado un año, desde que se inicio este cagón blog. Desde entonces mucha impertinencia ha corrido por estos lares; y no sólo de mi parte sino, también, de ustedes insolentes lectores. Pero, claro, este espacio no sería "divertido" sin sus adefesieros comentarios, algunos han sido cariñosos y, los otros, de los que me gustan.

Ustedes se han enterado de muchas cosas que tal vez, si los conociera ni se los contaba. Saben más de los que me conocen. Saben más de lo que deberían saber. Tal vez. Y sí, este espacio está dedicado a las mujeres de mi vida, especialmente a las más carnosas; para ellas, que me abandonaron. Que las abandoné. Que las amé y solía amarlas.

Y sí, es necesario que veas el video. Está subtitulado.





Agradecimientos sinceros (ahora sí, publicamente) a estas chicas por sus premios de preferencia, que me otorgaron durante este primer año. Gracias, otra vez, chicas.

- Autumn Shade (Colombia)


- A las chicas de Se Armó la Gorda (Argentina)


Y la preferencia de ustedes en BLOGSPERU

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Titubeos con Corina

Los nervios iniciales habían desaparecido, pues, ella no podía disimular los suyos. Y a mí, el ver a una chica completamente nerviosa, me encanta y hace que me transforme en un confianzudo. Sus hermosos ojos no podían mantenerme la mirada. Sentía tener el control de la situación ¿o, tal vez, ella me lo cedió calculadoramente?

La recogí puntual. Vestía jeans, botas marrones y una "putonaza" blusa beige. No tenía idea de adonde llevarla, así que le pasé la responsabilidad de decidir. "Vamos a un pub de Barranco. Tomamos unos tragos, picamos algo y de ahí podemos ir a bailar ¿Te parece?". No me parecía buena idea; Barranco hace tiempo dejó de ser un buen lugar y ahora está llena de gente "posera"; pero le dije que estaba bien. Mientras conducía rumbo a nuestro destino, Corino puso música y encendió un cigarrillo. Le pedí que me encendiera uno. Me dió el que ella fumaba. Lo acepté y ella encendió otro. Luego, ella me hablaba -no sé de qué- y yo no escuchaba; estaba concentrado disfrutando el sabor del lapiz labial que ella había dejado en el filtro del cigarrillo. Volteo para ver sus labios. Quiero morderlos. Besarlos. Lamerlos. Me sonríe nerviosa y me indica a que preste atención al camino. Me paso una luz roja.

No nos dimos cuenta de la hora. Conversamos todas las tonterías que se conversan cuando recién se conocen. Nunca me esforcé por arrancarle una carcajada, pues, esa noche estuve inspirado y ella fue un público genial. "No quiero ir a bailar, sigamos conversando", me dijo cuando le señalé que ya era más de medianoche. Y así fue; conversamos, reímos y, sobre todo, bebimos. Esa sensasión de estar con un "amigo" sólo la siento con mujeres con las cuales sé que no tengo intenciones de llevarlas a la cama, pero con Corina tengo todas las intenciones y las ganas pero, sin embargo, esa inusual comodidad no encajaba en esa primera cita. Tampoco nos fijamos en que ya estábamos borrachos, pues, nos reíamos de todo. Cuando el mozo nos dijo que ya iban a cerrar nos reímos que estábamos sólo nosotros y dos grupos de sedientos adolescentes. "Que vergüenza. Qué pensarán de mí esos chicos" dijo preocupada. "Pensarán que soy afortunado al tener una novia tan divertida y que celebra todos mis chistes malos" le contesté mientras me divertía observando como su rostro se sonrojaba.

¿La beso o no? me preguntaba mientras conducía de regreso; pero, no era duda por temor al rechazo, pues, estaba seguro que si la besaba no sería rechazado. Mi duda pasaba por si era adecuado besar a una borracha que, al día siguiente, podría utilizar su falta de sobriedad para rechazar el consentimiento pleno de aquel beso y sus posteriores consecuencias. Sí, en ese momento no estaba siendo divertido.

Me ofreció un trago en su departamento, acepté. Puso un disco de música instrumental y me alcanzó una copa de vino tinto. Ella me hablaba muy divertida y yo notaba que esa boca reclamaba su cuota de saliva. ¿Se está acercando? No, me parece. Sí, se está acercando.

Mientras conducía regreso a casa y pensaba que mañana podría salir en los diarios como otro cojudo más que murió por ebriedad y exceso de velocidad me preguntaba el por qué me gusta tanto el sabor del lápiz labial que me es imposible rechazar un beso almibarado. Un beso alcoholizado. Un beso largo, muy largo y jugoso. No terminamos en la cama porque le serví un buen trago de vodka que de inmediato cayó rendida. La acosté, abrigué y retiré como todo un caballero huevón. Como un hombre que se caga de miedo por el compromiso. Como un hombre que sólo quiere divertirse, pues, sabe que todas las mujeres al final siempre exigen algo. Siempre joden.



Antes de la primera cita con Corina

¿Cuáles son los defectos ocultos que tendrá Corina para salir con alguien, como yo, seis años menor que ella? Ella es guapa, inteligente, independiente, simpática y muchas otras cosas más que enumerarlas sería ocioso. Lo que me pregunto y preocupa es: ¿qué inconvenientes habrán encontrado sus anteriores compromisos para que ella, a pesar de todas las virtudes que he mencionado aún continúe soltera?

- ¡Pucha, Albertito! tú continuas igual de paranoico que cuando eras niño- me refunfuñó, como siempre, Pili.- En realidad, debes estar agradecido a tu suerte porque Corina es más selectiva y paranoica que tú. No le gusta nada, siempre está buscando defectos en los hombres para no salir o comprometerse con ellos.
- Pues, ya se jodió. Porque yo tengo todos los defectos que se pueda imaginar. Además, creo que ya sé por qué ninguno de sus antiguas parejas la aguantan... pues, porque es quisquillosa.
- Nooo, estás loco. Corina es bien dulce y amable.
- ¡Total! no dices que es paranoica y selectiva.
- Sííí, pero todas las mujeres somos así. Mira, Albertito ahora que sales con ella te darás cuenta. ¡Relájate! No te sientas intimidado, ella es una chica como todas. ¿O acaso nunca has salido con una mayor que tú?
- No, nunca.

Encuentro Azul con Pili Ochoa


No la reconocí; sólo supe que era ella porque de los tres supervisores a cargo, Pili Ochoa es la única mujer. Ella tampoco me reconoció y no lo hizo a pesar de que me presentaron con nombre y apellidos. Durante las presentaciones y, posteriores, coordinaciones de trabajo, no hice esfuerzo alguno por que me reconociera; lo hice durante el almuerzo de rigor que ofrecen los Ingenieros Contratistas a los Ingenieros Supervisores para que estos últimos no jodan mucho durante el desarrollo de la obra.

- ¿Albertito FCC?- dijo abriendo sus enormes ojos verdes.
- El mismo Pili.
- ¡No lo puedo creer! Tanto tiempo.
- Yo tampoco lo podía creer Pili.
- Nunca te hubiese reconocido Albertito, sino me decías lo del colegio. Cómo te habría podido reconocer con ese tamañote y, encima, con barba; a comparación del pequeñín lampiño que yo recuerdo.
- Pero, tú estás igualita Pili-
la alabé mintiéndole; como siempre.

Aún conserva la robustez de épocas escolares. También la agresividad que ahora se manifiesta en su ímpetu profesional. Me contó que está casada hace cinco años y no se sorprendió cuando le conté que estaba divorciándome. No tiene hijos y, por ahora, dice, no piensa tenerlos. "Al único chiquillo que aguanté fue a tí, y eso hace muchos años. Pucha, y ahora tendré que soportarte otra vez" me dijo riéndose. Se burló de mi ineptitud para con las mujeres de mi vida y de mi incapacidad para comprenderlas. Se comprometió -para variar- a presentarme a una "linda chica". Tal promesa me preocupó.

Invité a Pili y Carlos -su esposo- al concierto de REM el viernes por la noche. Aceptaron gustosos. Ambos se unirían al grupo de amigos con los que había acordado previamente. La noche anterior al concierto Pili me llamó preguntándome a que zona del estadio iríamos; esa pregunta me hizo sospechar en que tramaba algo. Razones no me faltaban, pues, Pili siempre me sorprendía con alguna artimaña.

"Alberto, te presento a Corina"
Lo primero que me impresionó de Corina -aparte de que ya tenía su ticket- fue lo bien que le quedaba el jean ajustado a sus caderas y su rizado cabello azabache que combinaba perfecto con la angelical blancura de su piel. La saludé con entusiasmo y Pili lo notó, dirigiéndome una sonrisa cómplice. Pero no era el único entusiasmado; también lo estaban Bundy y Walter -mi primo- que formaban parte de la comitiva "etilo-rocker" que me acompañaba. Corina no es una mujer tímida, se nota que tiene su mundo, su calle. Y se le nota en la frescura de su andar seguro; en su manera de conversar sin quitarte la mirada; en su estilo de fumar un cigarrillo, beber con sed y no perder la clase; pero sobre todo en su forma de vestir que es tan sexi y juvenil siendo ella una "chica" de treinta y algo más. Los años no se le notan en las arrugas, pues, no tiene una sola; se le nota en la experiencia de sus ojos y sus palabras. Nunca me había sentido tan intimidado y cachondo por una mujer.

"Vamos a un Karaoke" El concierto culminó pasada la media noche y las enormes cantidades de cerveza injeridas (en vasos de 650ml)durante el concierto había animado a algunos en continuar con las celebraciones; y la estúpida idea de ir a un karaoke salió del hocico apestoso de Bundy. Idea que celebró la mayoría, excepto yo. Hay una promesa que no pienso romper y es ¡NO IR A UN KARAOKE! La primera vez que asistí a uno fue hace muchos años y me pareció de lo más ridícula y bochornosa la manera de divertirse. Me aburrí un culo y juré no regresar jamás a uno. Y estoy cumpliendo. Así que, convencer a estos tarados de ir a otro lugar a divertirnos no será tarea complicada; porque yo no pienso pisar un karaoke ¡jamás! "Ayy, Albertito, a mi me encanta el karaoke. Me encanta cantar. ¿Vamos?". Sus ojos de mascota desamparada y la vocecita arrechona de Corina no me convencerán. ¡He dicho!


"El gato que está triste y azul
nunca se olvida que fuiste mía
mas sé que sabrá de mi sufrir
porque en mis ojos, una lagrima hay"
- ¿Y Tú Albertito, qué vas a cantar?- me dijo mientras la miraba resignado.
PD: ¿Por qué mierda cantan siempre esta canción?

Butifarra con Ochoa

Mientras me limpiaba las manitos manchadas de sangre, ella me miraba con una sonrisa cómplice y a la vez de ternura. Ambos esperábamos, sentados, en el salón de espera del Director. Ambos éramos culpables, pero en ese entonces nos creíamos inocentes.

- ¿Y a tí nene, por qué te han traído con el Director?
- ...
- ¿Eres mudo?
- ...
(sólo atiné a mirarla y continuar esperando mi llamado)
- ¿no quieres hablar?... Bueno, yo estoy aquí por insultar a el auxiliar. Mira tú, que me quizo dar un reglazo en la mano sólo por reírme en la formación. Está loco ese cholo* horroroso.

La mañana de Abril que conocí a Pili "chicharrón" Ochoa, en la sala de la Dirección del Colegio, yo tenía siete y ella trece años. No era nuestra primera vez en la Dirección y tampoco la última. Nuestros padres ya estaban hartos de nuestra indisciplina, pues, poco faltaba para que nos expulsen. Aquella mañana le había roto las gafas de un certero puñetazo a un niño que molestaba a mi hermana mayor durante la formación. Mis antecedentes eran notorios, pero me salvaban mis buenas calificaciones y el precedente de que casi siempre las peleas tenían el respaldo testimonial de haber sido hechas con algún espíritu samaritano. Las cosas cambiaron en la escuela aquella mañana que conocí a Pili Ochoa.

Todos la llamaban "Chicharrón", pues, se decía que podía comerse ocho butifarras (pan, chicharrón de cerdo y cebolla picada al hilo) sin descanso. Ella nunca lo negó, pero le "llegaba a la teta", como ella solía decir, que le dijeran "chicharrón"; y bueno, siempre había algún pendenciero o incauta que se lo gritaba despectivamente y aquello terminaba en una gresca en la que casi siempre, me veía involucrado.

Ochoa (así la llamaba) y yo nos hicimos inseparables aquella mañana en que me ofreció una infinidad de dulces que llevaba en su mochila. Pero nuestra amistad se consolidó cuando un día a la hora del recreo, un chico de la secundaria quizo pasarse de listo y nos enfrascamos en una riña en la que llevaba las de perder, pues, él era mucho mayor y grande que yo. Ochoa intervino y entre los dos pudimos vencer a aquel chico; y también, volvimos a la Dirección. Yo era como el hermanito jodido que nunca tuvo. Y ella, pues,... era mi compinche que me regalaba dulces y que defendía de los chicos más grandes cuando me metía en problemas.

Cuando conocí a Ochoa, ella no tenía muchas amigas. Mejor dicho, no tenía ninguna. Con la mayoría de chicas se había agarrado a golpes, pues, estas se burlaban de su gordura. Los chicos no querían andar con ella, pues, las más bonitas la detestaban y estos no querían perder los "favores" que estas prodigaban. En cambio, mi suerte era distinta, pues, los chicos me respetaban porque había podido domar al "mamut salvaje" y las chicas se enternecían ante mi "sensibilidad" porque a pesar de mi edad comprendía las vicisitudes de aquella hosca chica que nadie entendía.

El último año de Escuela fue más placentero para Ochoa, pues, había hecho algunas amigas y, por fin, podía decir adiós a la tan "granputa escuela", como decía. Nosotro continuábamos siendo amigos, pero para aquella época yo era quien la defendía de algún desubicado. Sus amigas me adoraban porque era el pequeñín que siempre las ayudaba.Fue con ellas que probé mi primer cigarrillo; mi primera borrachera y la primera teta que ví fue con ellas mientras Ginna West se cambiaba la blusa del uniforme manchada de vino. El último día de clases pensé que estaría feliz, pero no fue así. Lloraba; y en su fiesta de graduación a la cual asistí ella me abrazó y apretó los cachetes para despedirse.

- Cuídate Albertito. No jodas y no te metas en problemas, que carajo, mira que ya no estaré- me dijo con una voz entrecortada.
- No jodas chicharrón, este último año yo las cuidé- le respondí arrancándome el corazón.
- putamadre chibolo**, que agallas tienes para decirme eso y no estar seguro que te saque la mierda.
- A los hermanos menores no se les pega... Hermanita.
- Conchatumadre, me vas hacer llorar-
me respondió con lágrimas.

Nos vimos tres veces más aquel verano que siguió. Después ella se fue de viaje a Trujillo con su mamá. Sus padres estaban divorciándose, sólo esperaron que acabará la Escuela para hacer pública su separación. Nunca más supe de ella hasta hoy en la mañana en que me llegó una carta de la Compañía que Supervisa una de las Obras que tenemos a cargo, en la que leo que "la nueva Supervisora de la Obra en Lurín es la Ingeniera Pili Ochoa Núñez que cumplirá funciones, a partir de la fecha". Y tengo la sensación que en los siguientes días comeré muchos dulces y me meteré en problemas, como en los viejos tiempos.



*Cholo: término despectivo con el que se denomina a las personas de rasgos andinos o nativos de la sierra.
** Chibolo: niño, pequeño, mocoso.

Noche Maravillosa

Hoy no pensaba escribir ni mierda (Muchos hubiesen estado contentos). Pues, escribir en este apestoso blog ya me está llegando al huevo. Disculpen tan deshonrosa y chabacana introducción.

Pero escribo, porque leyendo el blog de una chava de boca generosa (cállatetú. sic.); me hizo recordar que todos tenemos nuestra "banda sonora" para algún momento de nuestra vida o para toda ella. Y yo, recordé un momento:

Su fragilidad incentivaba a protegerla. Era una sílfide de la ciudad. Nos enamoramos como se enamoran los chiquillos de quince años. Sin malicia. Puro cosquilleo en la barriga. Miradas que no tienen final... y siempre con una canción de amor.

Una hora antes habíamos acordado ser enamorados, pero aún no nos habíamos besado. Sólo nos tomamos las manos. Sabíamos que teníamos que besarnos, pero... ¿En qué momento? La fiesta en la que estábamos continuaba y el ardor que sentía en el pecho era un ardor de adolescente desesperado por no saber qué hacer. Ella me miraba nerviosa; sus largas y blancas manitos sudaban. Igual era hermosa. Igual estaba dispuesto a protegerla por los siglos de los siglos (bueno, eso creía). Y en eso, tocaron nuestra primera canción de amor que, después, nos juramos bailar sólo entre nosotros y con nadie más: "Wonderful Tonight" cantada por Eric Clapton.

Fue nuestro primer beso. Un beso lleno de inocencia. No era mi primer beso. Ella me dijo que sí era el suyo, y yo le dije que también era el mío. No le mentí, porque así lo sentí. Y nunca he bailado esa canción con nadie más. Y cuando, ya pasado el tiempo, escuchaba las primeras melodías la cambiaba, pues, fue muy doloroso perderla. Y hoy mientras escribo este post he recordado la fragancia de su largo y rizado cabello negro que aspiraba, mientras le cantaba con susurros en el oído su parte favorita de toda nuestra canción.


"I feel wonderful because I see
me siento bien porque veo
the love light in your eyes
la luz del amor en tus ojos
and the wonder of it all

y lo maravilloso de todo
is that you just don't realize how much I love you.
es qué no te das cuenta de cuanto te amo. "




PD: Disculpen, también, la cursilería.

El Lado Oscuro de la Barba

A veces me da por dejármela tan crecida que muchos pensarían que soy un indigente, si no fuera por que mis prendas gozan de pulcritud. Una barba puede ser tan molestosa para el que la usa, como para los demás; pero, como la misantropía la tengo desarrollada el hecho de que me ruegen expectorarla me da igual. Siempre la usé en vacaciones cuando no tenía que rendir cuantas a nadie; casualmente estás (las vacaciones) caían en época de frío, así que la barba tenía una justificación.

La barba que luzco en estos días tiene unos veinticinco días y ha causado el reproche de algunos compañeros de trabajo que dicen se me ve muy viejo y sucio. Algunas chicas, misteriosamente, han elevado el pulgar brindando su aprobación. El jefe no ha mencionado nada al respecto, pero sé que él usaba una parecida hace muchos años. Mi vieja es la más laberintosa en este aspecto, pues, detesta mi barbada apariencia. Ella era mi detractora implacable en mi adolescencia cuando, también, a mi crecida vellosidad facial la acompañaba una larga y descuidada cabellera. Aquellos, eran tiempos de "heavy metal" y de constantes miradas desaprobatorias, que en aquella natural rebeldía le llegaba a los huevos todo síntoma de condena.


Pero en estos tiempos calmos y lúcidos, es vergonzoso admitir cual es la verdadera razón de tan inesperada apariencia que socavó en la furia materna.



Hace veinticinco días recibí un invitación de una amiga muy querida, para asistir a una fiesta de disfraces por la tan mentada celebración por el día de las brujas. Años anteriores los disfraces de Supermán, El Hombre araña, El Zorro habían caído en estas manos. Este año pensé disfrazarme de Gordo, pero de un gordo obeso. De cachalote. De elefante furioso. Pero la idea me parecía complicada de lograr. Así que desistí. Esa misma noche mientras me disponía a descansar, enciendo la tele y me encuentro con: Star Wars, episodio III; que estaban pasando por un canal de cable. Entonces (como ya se habrán dado cuenta) al ver a los barbados personajes, decidí disfrazarme de "Jedi". Pero, como a mí, nunca me gustó alucinar ser un "Jedi", sino un "Caballero del Lado Oscuro", es decir: un "Sith", las cosas se hacían más sencillas; pues, sólo necesitaba unos trapos negros, el sable de luz rojo (que ya lo tenía) y la barba que identifica a algunos caballeros Jedi y Sith. Y es a partir de aquella ridícula idea que inicié mi velluda transformación.

Al final, no asistí a ninguna fiesta. Sí me disfracé de Sith, pero, aquel día, por la noche, me la pasé acompañando a Marcelo, que iba disfrazado de "padawan" (para los neófitos en Star Wars: aprendiz de Jedi), a pedir golosinas de puerta en puerta con algunos niños y madres de la zona que acompañaban a sus cachorros en tan alienante costumbre. Luego, nos enfrentamos en una lucha sin cuártel con nuestros sables de luz, para luego comernos una enorme pizza entre los dos y caer rendidos de cansancio, sin sacarnos los trajes, viendo el primer episodio de la saga galáctica. Nos dormimos con la fuerza de nuestro lado.