Mientras me limpiaba las manitos manchadas de sangre, ella me miraba con una sonrisa cómplice y a la vez de ternura. Ambos esperábamos, sentados, en el salón de espera del Director. Ambos éramos culpables, pero en ese entonces nos creíamos inocentes.
- ¿Y a tí nene, por qué te han traído con el Director?
- ...
- ¿Eres mudo?
- ... (sólo atiné a mirarla y continuar esperando mi llamado)
- ¿no quieres hablar?... Bueno, yo estoy aquí por insultar a el auxiliar. Mira tú, que me quizo dar un reglazo en la mano sólo por reírme en la formación. Está loco ese cholo* horroroso.La mañana de Abril que conocí a Pili "chicharrón" Ochoa, en la sala de la Dirección del Colegio, yo tenía siete y ella trece años. No era nuestra primera vez en la Dirección y tampoco la última. Nuestros padres ya estaban hartos de nuestra indisciplina, pues, poco faltaba para que nos expulsen. Aquella mañana le había roto las gafas de un certero puñetazo a un niño que molestaba a mi hermana mayor durante la formación. Mis antecedentes eran notorios, pero me salvaban mis buenas calificaciones y el precedente de que casi siempre las peleas tenían el respaldo testimonial de haber sido hechas con algún espíritu samaritano. Las cosas cambiaron en la escuela aquella mañana que conocí a Pili Ochoa.
Todos la llamaban "Chicharrón", pues, se decía que podía comerse ocho butifarras (pan, chicharrón de cerdo y cebolla picada al hilo) sin descanso. Ella nunca lo negó, pero le "llegaba a la teta", como ella solía decir, que le dijeran "chicharrón"; y bueno, siempre había algún pendenciero o incauta que se lo gritaba despectivamente y aquello terminaba en una gresca en la que casi siempre, me veía involucrado.
Ochoa (así la llamaba) y yo nos hicimos inseparables aquella mañana en que me ofreció una infinidad de dulces que llevaba en su mochila. Pero nuestra amistad se consolidó cuando un día a la hora del recreo, un chico de la secundaria quizo pasarse de listo y nos enfrascamos en una riña en la que llevaba las de perder, pues, él era mucho mayor y grande que yo. Ochoa intervino y entre los dos pudimos vencer a aquel chico; y también, volvimos a la Dirección. Yo era como el hermanito jodido que nunca tuvo. Y ella, pues,... era mi compinche que me regalaba dulces y que defendía de los chicos más grandes cuando me metía en problemas.
Cuando conocí a Ochoa, ella no tenía muchas amigas. Mejor dicho, no tenía ninguna. Con la mayoría de chicas se había agarrado a golpes, pues, estas se burlaban de su gordura. Los chicos no querían andar con ella, pues, las más bonitas la detestaban y estos no querían perder los "favores" que estas prodigaban. En cambio, mi suerte era distinta, pues, los chicos me respetaban porque había podido domar al "mamut salvaje" y las chicas se enternecían ante mi "sensibilidad" porque a pesar de mi edad comprendía las vicisitudes de aquella hosca chica que nadie entendía.
El último año de Escuela fue más placentero para Ochoa, pues, había hecho algunas amigas y, por fin, podía decir adiós a la tan "granputa escuela", como decía. Nosotro continuábamos siendo amigos, pero para aquella época yo era quien la defendía de algún desubicado. Sus amigas me adoraban porque era el pequeñín que siempre las ayudaba.Fue con ellas que probé mi primer cigarrillo; mi primera borrachera y la primera teta que ví fue con ellas mientras Ginna West se cambiaba la blusa del uniforme manchada de vino. El último día de clases pensé que estaría feliz, pero no fue así. Lloraba; y en su fiesta de graduación a la cual asistí ella me abrazó y apretó los cachetes para despedirse.
- Cuídate Albertito. No jodas y no te metas en problemas, que carajo, mira que ya no estaré- me dijo con una voz entrecortada.
- No jodas chicharrón, este último año yo las cuidé- le respondí arrancándome el corazón.
- putamadre chibolo**, que agallas tienes para decirme eso y no estar seguro que te saque la mierda.
- A los hermanos menores no se les pega... Hermanita.
- Conchatumadre, me vas hacer llorar- me respondió con lágrimas.
Nos vimos tres veces más aquel verano que siguió. Después ella se fue de viaje a Trujillo con su mamá. Sus padres estaban divorciándose, sólo esperaron que acabará la Escuela para hacer pública su separación. Nunca más supe de ella hasta hoy en la mañana en que me llegó una carta de la Compañía que Supervisa una de las Obras que tenemos a cargo, en la que leo que "la nueva Supervisora de la Obra en Lurín es la Ingeniera Pili Ochoa Núñez que cumplirá funciones, a partir de la fecha". Y tengo la sensación que en los siguientes días comeré muchos dulces y me meteré en problemas, como en los viejos tiempos.
*Cholo: término despectivo con el que se denomina a las personas de rasgos andinos o nativos de la sierra.
** Chibolo: niño, pequeño, mocoso.