La Llamada y sus efectos

Mientras esperaba la llegada del Mayor Curotto, mi tío; uno de los oficiales de la comisaría de San Isidro, que estaba de turno aquella noche, me alcanzó amablemente un café que agradecí con un generoso billete que aceptó sin hacerse de rogar. La celda en la que me encontraba era gris y sus paredes lucían garabatos obscenos de alusiones homosexuales. Tenía algo de frío y el café me cayó bien. Mientras encendía un cigarrillo pegué mi cabeza contra los barrotes intentando visualizar o escuchar algo de lo que sucedía en la de al lado. Silencio. “hijo de puta conchatumadre, espera a que salga de esta mierda de celda y juro que continuo rompiéndote el culo” dije olvidándome las enseñanzas de mi abuela, la poeta, que decía muy convencida ella “hasta para ser grosero hay que tener clase”. El silencio continuaba. ¿Ya habrá salido este desgraciado? ¿En qué momento ha salido? ¿He dormido más de treinta minutos? No, sólo lo he hecho diez minutos como máximo. El oficial regresa y aprovecho para preguntarle y me responde bajito, como quien te cuenta un secreto burlándose “Ahí está, calladito. Creo que se caga de miedo. No ha querido llamar a ningún familiar; me parece que no quiere que se enteren, igual mañana lo botamos”.

Todo empezó con la olvidada llamada que hice a Mónica aquella noche de tragos. Luego de darme cuenta en la estupidez que había caído, creí prudente no averiguar en qué consistió la etílica llamada y confiar en mi suerte. El domingo la pasé en ascuas; esperando solemne los efectos de tan impertinente e indigestiva llamada. El lunes al regreso del almuerzo cuando ya estaba con el ánimo distendido me llega un mensaje de texto: “NO T OLVDES QM RECOGRAS AL TRABJO, PARA CHARLAR, NO M HAGAS SPERAR, TU ME LO PEDISTE ESA NOCHE, TE SPERO” No necesitaba firma el mensaje, provenía del celular de Mónica. Quedé un poco aliviado, que sólo haya sido eso: solicitar una última conversación con ella y no una lacrimógena y despechada llamada. Total, si ella está dispuesta a escucharme es que, también, está dispuesta a ser convencida. ¿O no? Bueno, mientras concluía mi jornada laboral pulía, mentalmente, algunas artimañas ante las diversas negativas que sabía se me presentaría durante mi discurso de convencimiento a Mónica. Me sentía seguro, pues, nunca consideré un rival decente al tal César. Antes de partir rumbo al trabajo de Mónica, recibí una inyección de ánimo y masajes estilo boxeador de mi fiel camarada Pedrito “Un polvito a mi nombre, Albertito” dijo travieso. Caminé -pues, trabajamos cerca- hasta el edificio de su trabajo. La llamé para advertirle que estaba en camino “Ven volando, después te explico” me dijo nerviosa. Apuré el paso. Me paré en la entrada del edificio y esperé a que baje. Se acercaba hermosa y formalita, toda ella, brillaba… pequeñas estrellitas acompañadas de un repentino dolor en el pómulo izquierdo se apoderaron de mi distraída humanidad. Confundido, tomo conciencia de mi entorno y observo a un enfurecido César, que se cuadraba en posición de defensa ante mi inminente, y aún confundido, ataque. Me tomó unos cinco segundos tomar conciencia de la situación y, a la vez, medir a mi furioso oponente. Una mujer dio un gritito de pánico ante lo apremiante de la riña; ese gritito fue mi campana, mi “desahuevina”. Soy una persona pacífica, no creo en la violencia, siempre he dicho he dicho que la violencia es recurso de los discapacitados mentales. Pero reconozco que, a veces, es inevitable. No me tomó mucho tiempo derribar y someter a César, asesté un buen par de golpes que sé, le hincharán el rostro. Cuando los vigilantes y policías que vigilan esa zona comercial de San Isidro nos separaron, no opuse resistencia me dejé llevar. César, cegado por la humillación de la derrota intentó una nueva revancha, soltándose de mala manera del policía que lo sostenía, logrando acercárseme y alcanzándome un golpe por el pecho; esto reavivó mis iras e intento de masacre a mi rival. Los policías, viendo que el alboroto que habíamos armado y que calmar nuestros ímpetus homicidas era complicado, optó por esposarnos y montarnos en sus poderosas 4x4 directo a la comisaría distrital. Mientras la camioneta avanzaba intentaba divisar entre la multitud a Mónica.

”Sobrino, regresaste a la adolescencia, jajaja”. Mi tío, el Mayor Curotto, llegaba acompañado de mi prima Josefina y ambos no paraban de burlarse de mi desgracia. Josefina es abogada, somos de la misma edad, cómplices de travesuras y compañeros de copas en las fiestas familiares. Ella es mi abogada personal y ad honorem. “Sal de una vez James Dean con corbata, jajaja” se mofaba Josefina. Al pasar por la celda contigua, observo a un César desolado, “que se joda” pensé. Pero, ¿Qué culpa tiene este desgraciado de haberse enamorado de la mujer incorrecta? Algo de valiente debe tener al enfrentarse con alguien que lo supera en tamaño y contextura, pero también mucho de imbécil y papanatas. No fue compasión, ni caridad; sentí que debía hacerlo, que era mi deber ante el rival humillado. “No papá, no lo saques.” gruñó Josefina, ” Este huevón quiere seguir trompeándose” Algo de razón tenía, no sé cual hubiese sido mi reacción el verlo fuera de su celda. Pero esta vez no fue así, más porque lo evitaron que por otra cosa. Mi tío movió sus influencias y ordenó soltaran al detenido una vez que ellos se hayan retirado. No sé, si fue así, pero lo que si sé es que mi salida y la de César me costó dos cajas de cerveza, que bebimos sedientos mi tío, Josefina y yo en casa de ellos, y una reprimenda en el trabajo, el día posterior, por llegar tarde y resaqueado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bien, compadre. Me pregunto como se habrá sentido Cesarín al verse desamparado de cualquier asistencia de parte de la comparsa de Mónica,y sin la compasión como cómplice. Fue bien machito, eso sí, seamos justos.

Más bien, ¿estás seguro de cómo apareció, "coincidentemente", Cesarín por ahí? Tal vez no fueron suficientes para tí los monólogos de Mónica o la nalgamenta, pero creo que esta sí puede ser una señal inequívoca para que te deshagas de todo eso.

Anónimo dijo...

Man esa guada de la monica anda por mal camino; buena la ? de raulin, sospechoso que el pata estuviera en los alrededores y te madrugara; jajajaja, ese guey debe ser un completo pusilanime, ni madrugandote te ganó.
Pero bueno, es de esperar que la damisela causante de este percanse recompense agradablemente al vencedor.
Atte
WACO

Ravnoss dijo...

pobre cear, cuernudo y gomeado, ahora monica estaba en complicidad o ke? ella sabia ke irias

Anónimo dijo...

jajaja...me sucedio algo similar con mi ultima ex...queria a toda costa que me enfrentara a su entonces ex...que si la jodia, que si la agobiaba, que si no la dejaba en paz...etc..y al final me enteré que era ELLA la que no lo dejaba tranquilo a él...ayyy, pero como son las féminas...a algunas le gusta creerse "princesas en peligro"...y sentir que luchan por ellas...si serán...

Ezequiel Garcia dijo...

Me dejaron, yo quiero empezar a estudiar literatura, su actual novio esta en facultad de lite, publica en etiqueta negra, es mas alto, es rubio, tiene dinero y un carro, yo soy un limeñon en ruinas de 19 años, qe tiene un blog.

http://www.regresoalimalahorrible.blogspot.com/
http://www.regresoalimalahorrible.blogspot.com/

Jürgen Sch. T. dijo...

De acuerdo... La verdad es que yo hubiera hecho algo similar: La verdad es que actuaría del mismo modo (o de peor modo) en esa situación hipotética.
La verdad, es que a mis 15 años, y a pesar de que a muchos de mis contemporáneos les parece un simple juego de usa-y-bota, hasta ahora no he logrado comprender el amor: Sólo soy un Jebi fracasado de 15 años... que tiene un blog.